Mar del Olmo

Relevo generacional en el trabajo

relevo-generacional

 

Una mañana, con tus cuatro o cinco buenas décadas cumplidas y vividas, te levantas, te miras en el espejo y te das cuenta de que no tienes ninguna motivación para ir a una oficina a tomar café con tus compañeros. Mis hijos creían que en eso consistía mi trabajo. Debe ser por lo bien que me lo pasaba. Y no es irónico.

Es el reflejo de la sombra del fantasma del relevo generacional. 

¿Qué es el relevo generacional?

Es incoherente que las tendencias en decoración, incluso en moda, alaben todo lo que etiquetan como “vintage”, y a los humanos, cumplidos los cuarenta y tantos, se nos aparca como a trastos inservibles. En la mayoría de los casos, no se puede generalizar. Aún nos queda Amancio Ortega, o Bill Gates, que tienen más años que la tos y siguen en la brecha.

Lo veo, lo vivo, lo palpo. Si no has tenido crisis de los 40 estás de enhorabuena. Eso significa que físicamente te sientes igual que a los 30, pero que tu cabeza está infinitamente mejor amueblada que entonces. Sin embargo, no cantes victoria tan pronto, falta la puntuación del público que habita en el mundo laboral. 

Por regla general, en las empresas prefieren que sus trabajadores sean jóvenes. Muy jóvenes incluso. ¿Por qué? Muy fácil. Siéntate y lee:

  • Debido a la precariedad laboral, el 53% de los jóvenes entre 25 y 29 años viven con sus padres. Eso significa que no tienen grandes cargas económicas y aceptan salarios irrisorios con tal de conseguir un trabajo. No hace falta recalcar que esto es un círculo de lo más vicioso. 
  • A falta de una salida laboral una vez finalizados sus estudios, nuestros jóvenes estudian eternamente tratando de mejorar su currículum. Este hecho los convierte en sobradamente preparados para cualquier puesto, y a los empresarios les encantan los empleados muy bien formados. Aunque no tengan ni idea de cómo aplicarlo a la vida real. 
  • La falta de trabajos cualificados para todos los universitarios convierte la empresa en el caldo de cultivo perfecto para Los Juegos del Hambre. O Los Inmortales. Como si la supervivencia no estuviera garantizada y hubiera que matar para sobrevivir. Para mantener el trabajo a costa de lo que sea. 

Seguramente para nuestros jóvenes no es fácil mantener el tipo en esta situación, pero nosotros, los viejennials, tenemos que convivir con ellos codo con codo y, créeme, no es fácil. Tan solo unas pinceladas de las vivencias de algunos conocidos cercanos. 

Un directivo de una agencia de comunicación, con más de 25 años de experiencia a la espalda y una reputación maravillosa en su sector, tuvo que soportar que una subordinada le dijera que ella no tenía por qué hacer lo que él le pidiera. El tenía que demostrarle a ella su valía. 

Ahí, con un par. Y luego dicen que a esta generación no le gustan los toros. Pues los hay con más huevos que el toro de Osborne. 

Una experta en un área muy técnica (no doy muchas pistas por si me leen), con los 50 cumplidos y casi 30 años de experiencia, se verá recompensada en pocos meses con un nuevo jefe, "milennial", un “quieroynopuedo” aspirante a propietario en el madrileño barrio de Salamanca, con mucha tontería en el cuerpo y una labia increíble. No tiene ni idea del área concreta que va a dirigir, pero, como es muy mono y lindo, van a premiarlo. Tiene carrera, un máster y se prodiga en las redes sociales en eventos de la alta sociedad. Aunque vaya de camarero, que eso no lo cuenta, pero yo lo sé.

Sin querer hacer más sangre, podemos hablar de los planes de jubilación más que anticipada en las grandes empresas. Es cierto que, cuando te enteras de que tu amiga XXX se ha jubilado con poco más de 50 años porque en Telefónica le pagan un interesante porcentaje de su salario, lo normal es ponerse verde de envidia. Pero, seamos realistas, nos quedamos en la superficie y no vemos lo que nos están escondiendo. No quieren a nadie que afee sus bonitos y modernos edificios de oficinas, y a esa edad ya no adornas como antes. 

¿Hay que ceder el turno a las nuevas generaciones?

¿Que eres más eficiente que con 30? Eso es anecdótico. 

¿Qué tienes una experiencia que no se paga con dinero? No importa, tal vez sepas demasiado y discutas las decisiones de tu jefe el imberbe. 

¿Que sumas equilibrio y templanza al jardín de infancia de tu departamento? La tendencia en educación ahora es la libertad absoluta. 

Lo mires como lo mires, estás jodido. 

No voy a esconder que una mezcla de todas estas situaciones fueron el punto de apoyo de la palanca que me catapultó a lo que soy ahora: una escritora progresando (adecuadamente, espero) para lograr el éxito de vivir de mis letras. No soy J.K. Rowling, pero porque no se me da bien la fantasía juvenil...

Me gustaría que compartieras conmigo si tú también te has sentido ninguneada en tu trabajo por tu edad.