Una de mis tres hermanas, Loles, la mayor, la que nos enseñó a las demás que con un chiste de los buenos, contado con toda la gracia de un señora y siendo siempre antes muerta que sencilla pero humildes y educadas, abriríamos todas las puertas; nos contaba ayer:
«¡Ay dios mío! ¿Quién me iba a decir a mí que me iba a ver haciendo croquetas? Porque la cocina no es lo mío. Mira, a mí se me da bien contar chistes… Ehmmm, yo qué sé… los idiomas que no se me dan mal del tó… Pero es que esto de la cuarentena une mucho, ¡madre e hija haciendo croquetas! —Todo esto entre mil risas, mientras ella y mi preciosísima sobrina se grababan haciendo su fabulosa receta de croquetas a la Thermonix para alegrarnos un ratito esta cuarentena a los suyos con un story de Instagram— ¡Esto es lo más de lo más! —se repetía a sí misma— ¡Si me lo dicen hace dos semanas no me lo creo!».
Y yo que, aunque ella no se lo crea, siempre la he tenido de ejemplo puestecita en un altar, me puse a ver el story en bucle muerta de risa —porque son las dos pá morir con ellas de graciosas, ya os lo digo— pero grabándome a fuego sus palabras: Pero es que esto de la cuarentena une mucho, ¡madre e hija haciendo croquetas!
Mi neurona de morena comenzó a barruntar sobre a dónde nos lleva todo este puñetero «sarao» que se nos ha venido encima y pensé que todo cobra más sentido cuando comprendemos su significado. Así es que yo, que soy más repelente que la Señorita Rottenmeier, allá que me fui a la RAE en busca de algo de luz para mis elucubraciones de Mari de la Vida que no tiene otra cosica que hacer.
Según la RAE, al término CUARENTENA se le aplican las siguientes acepciones:
Pues bien, resulta que a estas alturas de mi película puedo AFIRMAR que he pasado/vivido por cada una de ellas:
Conjunto formado por cuarenta unidades: Tuve la gran suerte de vivir la EGB con mis más de cuarenta compañeras en una clase con capacidad para 25, en Cordobita la llana, con una estufa de esas de techo que se encendían tirando de una cuerdecita como la de cisterna de la casa de mi abuela, para esos 3º C de las nueve de la mañana del mes de enero, y sin aire acondicionado para esos 45º grados a la sombra desde el mes de mayo hasta octubre. Y NO LLORÉ, criaturas, NO LLORÉ … Todo lo contrario, fui Feliz, muy feliz.
Edad de cuarenta años: Pues eso, que no hay que ser tan recalcaíta ¡Osú, osú, osú! Que sí, que tengo cuaitantos. De esos en los que lo mismo te miras al espejo y rebotas del susto que te pegas por la mañanita temprano, que te comes la cara tú solita a besos de lo monísima que te ves (canas, patas de gallo y todas sus cositas incluidas). Y por aquí anda aún la Felicidad, rondándome a ratos y yo abusando de ella siempre que se deja.
Mantener algo en duda, someterlo a un periodo de observación mientras no se asegure su certidumbre: He tenido la suerte de haber tenido las herramientas suficientes para ponerlo TODO EN DUDA. Eso me ha hecho crecer, estrellarme, aprender, decepcionarme, ¡Espabilar! Hacerlo me ha llevado a lugares luminosos y a otros muy oscuros, pero que cuando he conseguido salir de ellos, ahí estaba ella de nuevo… La Felicidad.
Aislamiento que por cualquier motivo se impone a una persona: Me castigaron mis padres, las monjas del colegio y hasta el conserje de mi edificio por buena prenda reverenda que era. Aquellos aislamientos dolían más que ninguna otra cosa, porque a los diezypoco toda la vida se iba solo por no poder correr, gritar, saltar y reír con las amigas. Pero cuando ponías ojitos y tu madre te levantaba el castigo… ¡Qué Felicidad!
Aislamiento preventivo de personas o animales en un lugar y durante un periodo por razones sanitarias: Y aquí es cuando la vida me «despelucha» sin miramiento ninguno. Hace algo más de dos semanas que yo ya temblaba porque veía lo que se nos venía encima con el «non grato» Coronavirus al que nadie había invitado al sarao. Por supuesto que en ningún momento imaginé que el condenado bicho nos traería nada bueno. De hecho, me cuesta mucho escuchar las noticias porque desmoronan cada día un poquito más mi mundo conocido, pero el millón de memes, videos y audios con los que hemos conseguido reírnos de nosotros mismos incluso en esta situación tan indeseable para todos, y las enésimas muestras de solidaridad de todo un país con los más vulnerables y con todos nuestros héroes sin capas (no los nombro porque no quiero dejarme a ninguno atrás y todos sabéis quiénes son); han explosionado en mi neurona de morena obligándola a preguntarse como un mantra: ¿Y SI FUESE ESTO LO QUE REALMENTE ANDÁBAMOS BUSCANDO SIN SABERLO? ¿Y SI ES LO QUE VERDADERAMENTE NECESITAMOS?
Desde luego que no hablo de la ruina económica que se nos viene encima, de países paralizados, de enfermos, de padecimiento, de muerte… Aún no he conseguido desarrollar la capacidad suficiente para asimilar todo eso.
Hablo de VOLVER A NOSOTROS MISMOS, a lo que de VERDAD SOMOS, a SERES HUMANOS SOCIALES, que se NECESITAN LOS UNOS A LOS OTROS para seguir adelante. Al RESPETO, al CARIÑO, a la UNIÓN, a la VIDA sin más ni menos.
Mi «Cuarentena» por el Covid-19, me ha devuelto a ese CAMINO DE SANTIAGO que dolió, agotó e incluso llegué a odiar, pero en el que aprendí que SI QUIERO, ME QUIERO y ME QUIEREN, se puede ser FELIZ solo con eso, porque ese “SOLO” lo es “TODO”.
Familia, en estos días difíciles cuidad mucho y que os cuiden, que esto es SOLO ES UN NUEVO PRINCIPIO.
La movida de las chicas cocodrilo